La niñez y la adolescencia, constituyen fases del desarrollo particularmente vulnerables al daño emocional, en especial cuando los adultos desconocen las necesidades afectivas propias de tales fases. Esta vulnerabilidad alcanza niveles críticos en los niños y adolescentes que presentan alguna dificultad ya sea en el área de aprendizaje o de conducta, o ambas y que se ponen en evidencia de diversas formas tanto en el entorno familiar como en la escuela o en los ámbitos recreativos de los que participa el niño. Estas dificultades, tienen como sustrato de base, siempre, causas que involucran al sujeto todo, en sus dimensiones bio-psico-social. Las neurociencias nos han dejado bien en claro, que, toda conducta es resultado de la interacción de las dimensiones orgánica, psicológica y social de un individuo. Por supuesto en virtud de la etiología y características de algunos trastornos, una de las dimensiones puede tener más peso que otra, y esto…
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