Questioning the author

Comprensión lectora basada en evidencias

Hace unos años, al hablar sobre los efectos en la comprensión de los debates en clase sobre los textos, ya mencioné el programa Questioning the author, presentando unos datos de eficacia no del todo claros. No se puede considerar que Questioning the author haya mostrado claramente producir efectos positivos sobre la comprensión, pero he vuelto a interesarme por este programa mientras preparaba un curso sobre la mejora en las habilidades que forman parte de la competencia lectora en el marco de PISA.

El motivo de mi interés ha sido que hay habilidades (por ejemplo la de integración) en las que tenemos recursos para trabajar, en muchos casos, avalados por la investigación. Sin embargo hay otras habilidades en las que resulta difícil hacer una propuesta del tipo «tenemos claro que para esto lo que funciona bien es…». Una de las habilidades para las que me cuesta realizar una propuesta es…

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Comprensión lectora: convertir los avances de la investigación en prácticas educativas

Comprensión lectora basada en evidencias

Los nombres de Danielle McNamara y Panayiota Kendeou han aparecido unas cuantas ocasiones en este blog. Son dos personas de referencia en el estudio de la comprensión lectora, por las que siento gran admiración. Por tanto, al ver que habían publicado un artículo titulado Convertir los avances de la investigación en comprensión lectora en prácticas educativas, lo leí con gran interés.

Danielle McNamara. Foto de su web en la Arizona State University

La estructura del artículo es muy sencilla. Las autoras proponen que entre todo el conocimiento sobre la comprensión que nos ha aportado la investigación, hay cinco aspectos que aún no han sido bien aprovechados en educación. Después comentan cada uno de ellos y, a continuación, exponen sus implicaciones pedagógicas. Esos cinco aspectos son:

  1. Existe una disociación entre las habilidades para la descodificación y para la comprensión.
  2. Existe una disociación entre los procesos y los productos de la…

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¿Hacia dónde nos dirigimos como sociedad?

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          Desde hace años he estado reflexionando sobre la crisis social por la que atraviesa nuestra sociedad globalizada; a nivel moral, económico, cultural, religioso y educativo. Me he cuestionado, desde lo profundo del corazón, sobre las razones, a mi juicio múltiples, que han llevado a esta debacle social. Este cuestionamiento no va dirigido a adjudicar responsabilidades directas, ya que, desde mi punto de vista, al fin de cuentas todos tenemos corresponsabilidad en la misma; incluyendo a las principales instituciones sociales; iglesia, familia, la escuela, el gobierno, las instituciones cívicas, las culturales, los medios de comunicación, la legislatura, la judicatura y uno como ente individual. Todos nos hemos dedicado a crear tribus e islas, independientes unas de otras, sin sentido de pertenencia, sin prioridades valorativas, con una ausencia de escala de valores definida. Cada cual tirando para su lado, intentando sobrevivir. Porque de eso es lo que se trata, DE SOBREVIVIR, sin importar la necesidad del otro, lo importante es que yo y solo yo, esté bien, los demás que se defiendan como quieran y puedan. Esa misma actitud se ve a nivel del colectivo; se observa en la escuela, microsistema para aprender, además de conocimiento básico e importante, así como destrezas académicas; aprender para la vida. Se observa una apatía por aprender, por enseñar, por forjar carácter y valores, por moldear al ciudadano completo, nos da lo mismo, y me incluyo, nos enajenamos totalmente de nuestra función social de educar y educar para la vida, por la vida y en la vida. De la misma forma ocurre con la institución más importante de la sociedad, la familia. Su deterioro es evidente, no hay coherencia, unión de propósitos, no hay un norte definido en los patrones de crianza, salvo ciertas excepciones. Nuestras familias viven en sombras, sus integrantes no tienen roles definidos, la autoridad se ha perdido, los valores se han trastocado, no hay sentido de pertenencia y pertinencia. De la iglesia, entiendo que ésta tiene que redefinir su discurso, uno que sea incluyente y no excluyente, uno que agregue y no segregue, uno que lleve al individuo, a la familia, al ente humano a reencontrarse consigo mismo, con su prójimo, con DIOS. En esta reflexión, por temor a que fuera señalado, como ocurre en este bendito planeta, en la que te etiquetan por lo que hablas, lo que vistes, lo que escribes y hasta con quien caminas, me resulta un tanto difícil hablar de los líderes del gobierno, tanto a nivel ejecutivo como legislativo, como institución, difícil expresarme, pero siempre me expreso, trato de ser lo más objetivo posible, aunque los fanáticos, siempre espulgaran lo contrario, lo que evidencia nuestra forma de fanatismo en la que nos movemos como pueblo. Cada cierto ciclo electoral es peor la dosis del medicamento. Uno selecciona a unos funcionarios para que le sirvan al pueblo, eso debe ser la democracia, sin embargo, estos terminan sirviéndose del pueblo, prometen y prometen y terminan mintiendo y mintiendo, echando culpas a otros, justificándolo todo. Lamentablemente este patrón ha continuado, ya desde el primer día de gobierno de los que administran al país se ha observado la dinámica, al otro lado se encuentra el batallón de fusilamiento con sus pistolas en manos fiscalizando con su peculiar estilo, criticando todo lo que se hace, lo que no hicieron cuando tenían el poder para hacerlo. Simplemente están, ambos bandos, atacándose por atacarse y, de forma hipócrita, usando el sufrimiento y necesidades del pueblo como la excusa para su comportamiento maquiavélico.
Hoy me reafirmo en que los líderes del gobierno tienen que asumir su responsabilidad social para con la educación, la salud y la economía, tienen, por obligación, que ser modelos, guías e instrumentos de esperanza. Tienen que generar sentido de confianza en el pueblo, esto no está pasando, el pueblo está atribulado, cada cual siente lo peor. El pueblo ha perdido su ilusión y esperanza, yo soy pueblo. La pregunta obligada para poder poner nuestra función analítica en justa perspectiva es, ¿hacia dónde nos dirigimos como sociedad? Tenemos, como pueblo, que tomar la iniciativa y convertirnos en portaestandarte de la esperanza, es hora que se inicie una revolución de consciencia y se transforme a las sociedades, se transformen los diferentes espacios que las mantienen en la crisis en que se encuentra, ocupémonos y no nos preocupemos tanto, combinemos ambas acciones, para que el Planeta Tierra sea el lugar al que aspiramos, un lugar de convivencia pacífica, sana y saludable en su dimensión social, solo de ti y de mi depende, al fin de cuentas los gobiernos, pasan, nosotros nos quedamos. Luego de este ejercicio, responsablemente, te invito a que te preguntes, ¿hacia dónde nos dirigimos como sociedad? Hoy la situación continúa o sigue peor. Por lo que se observa a diario el país se debate en lo que podría denominarse una catástrofe social. No hay rumbo, se perdió el respeto por la vida, se violenta la dignidad del ser humano, se persigue al que piensa diferente, se cierran oportunidades a los que desean colaborar para que se instituya una sociedad de avanzada y orden. Se percibe un derrotismo por parte de los encargados de la seguridad y vigilancia, una apatía por parte de los que se supone que transmitan la información y el conocimiento. ¿Hacia dónde te diriges?, ¿Hacia dónde permitiremos que te dirijas?, ¿Cuándo me levantaré como pueblo para defender la ida, las injusticia, para lograr que la dignidad y el merito prevalezcan?, ¿Cuándo?, ¿Cada cuatro años? Si es así, vamos de mal en peor.
La gran pregunta sigue latente, ¿hacia dónde nos dirigimos como sociedad?